Gardel tenía pasión por el mundo del turf y era asiduo
concurrente al Hipódromo de Palermo. Cuenta Antonio Sumaje, el chofer de Gardel:
“Cuando el cantor llegaba al hipódromo, no tardaban en acercársele los jockeys,
los cuidadores y los dueños de los studs, todos aconsejándole a Gardel que
apostara por tal o cual caballo. Carlos, fiel a su estilo, mezcla de amistad e
ingenuidad, reaccionaba intentando contentar a todos. Y ya estaba perdido.
Porque teniendo tantas y tantas fijas, ¿cómo iba a ganar?
¡Imposible!
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